martes, 1 de julio de 2014

Querido Nadie.

Atrapada en medio del mundo. Pido auxiluo. Nadie me oye. Nadie me ve. Nadie me conoce. Nadie me conocerá.

¿De qué sirve el auxilio cuando no hay sujeto auxiliador? No hay nadie. Nadie me oye. Nadie me ve. Nadie me conoce. ¿Me conocerán?

Paso mi eternidad aquí encerrada. Encerrada en mi cuerpo y en mi mente. Quiero salir. ¿Quiero salir? Nadie me oye. Nadie me ve. Nadie me conoce. No me conozco.

¿Es la distancia excusa del olvido? No se olvida si no se aleja. Si no se exilia. Nadie me oye. Nadie me ve. Nadie me conoce. ¿Quién es Nadie?

Me siento bien cuando pierdo el control. No me siento insegura. La existencia se pierde con el control y se aviva con lo espontáneo. Nadie me oye. Nadie me ve. Nadie me conoce. Nadie.

Existe el orden en el descontrol. Porque el descontrol no existe. Todo se ordena a su manera.

Y no lo quiero.

Pero me siento bien cuando pierdo el control.

Quiero descontrol. Allí se encuentra la paz.

Querido Nadie: gracias por conocerme.